viernes, 27 de mayo de 2011

La leyenda de Quetzalcoatl


Cuenta la leyenda, que en lo que hoy conocemos como Villa de San Sebastián de Bernal, sucedió algo, que ha venido de generación en generación de manera evidente hasta el presente y que hace real la presencia de Quetzalcoatl, en el mismo corazón de Bernal.
Así es como comienza la leyenda...
Los días pasaban tranquilos en la Villa de Bernal, el asentamiento de familias acaudaladas dejaba la construcción de regias casas, las cuales empezaban a contrastar con el pequeño templo de Las Ánimas, el cual era al que de manera habitual acudían sus habitantes.
Se decide construir un mejor templo de Dios, en el preciso centro de la Villa. La comunidad esta de acuerdo y se inicia la labor, los peones son todos Indios de raza Chichimeca. La obra iba avanzando debido al invaluable trabajo de la mano de obra indígena, que a pesar de ello eran sumamente maltratados y oprimidos.
Al llegar a una situación insostenible para los Chichimecas, sucede un hecho que cambiaría la vida de ellos para siempre.
Por la noche se escucharon ruidos provenientes de la Peña, algunos cuentan que se abrió un gran boquete que dejaba ver una profunda cueva, sin explicación alguna que había podido producir aquel fenómeno.
Al siguiente día ninguno de los peones se presentó a sus labores, el trabajo quedó abandonado. Pasó otro día y otro más sin cambio alguno, las autoridades enviaron un grupo en busca de los peones, con la orden incluso de traerlos a la fuerza si fuere necesario. Faltaba poco para llegar hasta la comunidad indígena, en el camino les sale una enorme serpiente, la cual tenia plumas y 52 cascabeles en la cola y que estaba dotada de habla.


No sigan les dijo amenazante la serpiente, soy la protectora de mis hijos, a quienes ustedes oprimen y maltratan tanto, su dolor ha llegado hasta mí y no lo permitiré más, regresen por donde vinieron o se enfrentaran a mi furia.
Asustados todos corrieron de regreso, llevando la noticia de lo acontecido al pueblo de Bernal, los que los oyeron, no creían lo que se les estaba contando y decidieron nuevamente organizarse e ir en gran grupo a cerciorarse de lo que allí ocurría. Y les sucede lo mismo, la gran serpiente les sale al paso y les previene no sigan, soy la protectora de mis hijos y no permitiré más abuso y maltrato para todos ellos.
Un valiente se atreve a platicar con la gran serpiente y le explica que necesitan del trabajo de los Indios, que sin ellos no es posible construir el Templo, la casa de Dios y prometen que si los trabajadores continúan su trabajo, serán bien atendidos y respetados, a lo que la gran serpiente contesta, que así sea, pero iré con ellos para protegerlos siempre, observare que se cumpla lo prometido y al menor asomo de falla, se enfrentaran a mi ira y me llevaré de nuevo a mis hijos.
La construcción del templo continuó, la gran serpiente se colocó en circulo alrededor de los muros perimetrales del gran templo, silenciosa observa, se cumple a cabalidad el trato ofrecido y es así que al concluirse toda la obra, para asombro de la comunidad Bernalense, aquella gran serpiente, conocida ahora como Quetzalcoatl, queda convertida en piedra alrededor de los muros del templo de San Sebastián, su cabeza “tocó” su cola, indicando que  por siempre su presencia estará lista para defender a los hijos de esa tierra y que su infinito amor no dormirá, estará en vigilia permanente, para algún día volver a hacerse presente, en el inicio de la edad Dorada.
En el presente, en la parte de arriba de los muros del templo de San Sebastián, en el jardín principal de Bernal, se puede ver la presencia de Quetzalcoatl, convertido en una gran escultura en piedra, rodeando totalmente todas las paredes y observando de frente, con sus fauces abiertas todo lo que sucede y aguardando la llegada de los tiempos anunciados.

viernes, 20 de mayo de 2011

El murciélago de colores

Dicen que en la antigüedad el murciélago era el ave más bella de la Creación, aunque esto haya sido hace mucho tiempo, ya que ni las personas más grandes lo recuerdan.

En un principio, los murciélagos eran animales como los conocemos hoy. Un día un murciélago subió al frío cielo a pedirle plumas al Creador, como las que ya había visto en otros animales que volaban. Pero el creador no le podía dar plumas, entonces le recomendó bajar de nuevo a la tierra y pedir una pluma a cada ave que existiese.

Y eso fue lo que hizo el murciélago, eso sí, pidiéndole solamente a las aves con plumas más bellas, llamativas y de más colores. Cuando terminó su recorrido, el murciélago había recolectado un gran número de plumas que envolvían todo su cuerpo.

Al ver él mismo su belleza, volaba y volaba mostrándola orgulloso a todos los pájaros que existían, estos hasta paraban su vuelo para admirarle. Agitaba sus alas con muchas plumas, aleteando feliz y con cierto aire de prepotencia. También una vez, como marcando su paso al volar, creó el arco iris.

Era muy bello. Pero era tanto fue su orgullo que la humildad quedó sin lugar en nuestro murciélago, y cada vez se tornaba más ofensivo para con las distintas aves. Hacía sentir chiquitos a cuantos estaban a su lado, con su continuo pavoneo sin importar las cualidades que ellos tuviesen.

Hasta al colibrí hacía sentir mal al no llegar a ser dueño de una décima parte de su belleza. Así siguió nuestro murciélago hasta que el Creador, al ver lo que el murciélago hacía y que no se contentaba con disfrutar de sus nuevas plumas, sino que las usaba para humillar a los demás, le pidió que subiera al cielo, donde también se pavoneó y aleteó feliz. Aleteó y aleteó mientras sus plumas se desprendían una a una, descubriéndose de nuevo desnudo como al principio. Durante todo el día llovieron plumas del cielo, y desde entonces nuestro murciélago ha permanecido desnudo, retirándose a vivir en cuevas y olvidando su sentido de la vista para no tener que recordar todos los colores que una vez tuvo y perdió.